La soberbia del adicto

por Psicólogo Carlos Cavasin

En los trastornos por adicción, el verdadero Yo se encuentra alienado, ese es el problema central. Pero, además, aparece una búsqueda desmedida del éxito, demandas constantes a sus allegados, el odio hacia si, las aspiraciones irreales y una solución final para disminuir la tensión interior: el consumo. Esa es la solución que encontró ante una cabeza que le explota.

 

En la etapa adolescente, a los 13-14 años, realiza un esfuerzo hacia la búsqueda de la perfección, en realidad, lo que más necesita: es confianza en sí mismo y una autoestima equilibrada. Los ascensos sociales que imagina, el prestigio que aspira obtener, son todas fantasías que chocan con una realidad llena de limitaciones. Se convierte en alguien arrogante, lo que tampoco le proporciona seguridad interior, en el fondo de su ser, necesita una confirmación incesante de su valor.

 

Para sentirse fuerte necesita el apoyo y busca el elogio de los demás, pero cuando tiene algún fracaso o está solo, desaparece esa autoimagen de fortaleza.

 

Para que la confianza en sí mismo crezca, el niño necesita el apoyo exterior, necesita cariño, cuidados, protección, una atmósfera de confianza, estímulos en sus actividades, disciplina constructiva. Si estos factores se dan, tendrá una "confianza básica" en sí mismo.

 

Cuando niño se sintió querido no por lo que es, sino por la necesidad de sus padres de adorar a un niño perfecto. Una crianza rígida con reglas perfeccionistas le ha generado un sentimiento de inferioridad por no estar a la altura de tales demandas.

 

En la temprana adolescencia, las tendencias hacia la autonomía pueden ser ridiculizadas, las malas notas reprendidas, etc. Todo ello le dan la sensación de no ser querido ni apreciado, además de la falta de un verdadero cariño e interés.

 

Para remediar el daño hecho necesita, en su mente, elevarse por encima de los demás para conseguir en su imaginación toda la gloria. En lugar de una sólida confianza en sí, incorpora la soberbia, que es la estimación de si basada en logros imaginarios.

Para todos los padres, que sus hijos posean confianza en sí es algo deseable. No podemos olvidarnos que la confianza en sí guarda estrecha relación con las capacidades personales.

 

Nuestra cultura valora tener convicciones propias y vivir de acuerdo con ellas, ser autónomo, tener confianza en uno mismo apoyado en sus capacidades, una valoración realista de nuestras posibilidades y limitaciones, tener sentimientos definidos, y cultivar buenas relaciones humanas. Un orgullo sano está basado en las propias realizaciones personales, en el campo moral, del trabajo, de los logros y progresos alcanzados.

 

La soberbia del adicto es totalmente insustancial, y se basa en factores subjetivos (imaginarios) carentes de toda base tanto en el campo de lo personal como de lo social. Se arroga atributos o facultades muy superiores a lo que indica la realidad.

 

                                                                                                         
                                                                                                                                                                 Psic. Carlos Cavasin