ENTRE LOS 13 Y LOS 15 AÑOS EMPIEZA LA ADICCIÓN

Por Psicólogo Carlos Cavasin

Entre los 13 y los 15 años el adolescente comienza a experimentar una serie de cambios en su personalidad, que lo terminarán conduciendo por el camino de la adicción.  En el exterior no se observan cambios, estos son únicamente en su mundo interior, comienza a abandonar su verdadero yo por un yo imaginario, grandioso, que fantasea grandes realizaciones. Pasa a vivir en el mundo de lo que podría y debería llegar a ser. 

         Secretamente adora esa imagen de ser todopoderoso, su mundo interior pasa a tener la mayor importancia y su integración al mundo de los demás pasa a un segundo plano. Empieza a tener que esconder sus verdaderos pensamientos, emociones y deseos. 

         Experimentar seguridad es su mayor aspiración, sus pensamientos y sentimientos han dejado de ser factores determinantes en su vida. El adolescente pierde su eje, ya no sabe “quién es”. Ha perdido a su verdadero yo, fantasearse como alguien “perfecto” le da sensación de importancia y superioridad sobre los otros.

         Esta solución le aporta una salida ante sentimientos insoportables como el complejo de inferioridad, la angustia y la pérdida de identidad. En su fantasía lo puede todo, en el mundo real no puede nada. 

Cambia la forma de ser del adolescente que adquirirá una nueva personalidad, muy distinta de aquélla que le acompañó hasta la pubertad.

El Yo idealizado se infiltra en su vida, en sus aspiraciones, en sus metas, en sus vínculos con los demás. La idealización guía toda su vida en esta etapa adolescente y tiene 3 tendencias fundamentales:

i.        Necesidad de perfección

ii.       Ambición desmedida

iii.      Triunfo y venganza sobre los demás

i.       Tendencia a la perfección. Esta tendencia busca convertir a la persona en alguien ideal. Trata de alcanzar dicha meta mediante un complicado sistema de deberes y tabúes. 

ii.      Ambición desmedida. Esta tendencia a destacarse, a obtener un triunfo exterior, que se observa a menudo vinculada con el ganar dinero, a relacionarse con mujeres atractivas. Poco importa el contenido de la ambición, lo que importa es destacarse. 

Hemos observado dos categorías de ambición: aquéllos que van detrás del poder y otros que buscan el prestigio (popularidad, reconocimiento, etc.).

Estas tendencias son realistas porque se hacen esfuerzos en el campo del mundo exterior por destacarse, hasta que llega un momento en plena pubertad que pasa a ser un juego meramente de la imaginación. El inicio de la etapa de destaque se posterga a diario, siempre dará comienzo en un futuro próximo que nunca llega.

El adolescente de estas edades experimenta una profunda desolación interior, un sentimiento de inferioridad muy arraigado, y para ponerle remedio sale a perseguir el fantasma de la gloria.

Vivimos en una cultura individualista que valora la competencia. Esa competencia está tan arraigada que consideramos “normal” querer destacarse y ser mejor que el de al lado. 

Para algunas personas el desarrollo humano es más importante que el destacarse sobre los demás.

iii. El triunfo vindicativo sobre los demás. El fin principal de esta tendencia es derrotar y avergonzar a los demás mediante el éxito propio. También se encuentra presente alcanzar el poder para hacer sufrir a los demás, pudiendo llegar hasta la humillación del otro. Ambiciona ser superior a los demás y para ello se compara todo el tiempo con los otros.

Son impulsos frecuentes el derrotar y empequeñecer a los otros en las relaciones personales. La fuerza que lo motiva nace del impulso de tomar venganza de humillaciones recibidas en la infancia.

La mayor parte de los adictos no se dan cuenta de esta tendencia o solo la advierten en momentos fugaces. Sin embargo, un análisis profundo advierte de su presencia, ya que la persona solo piensa en términos de categorías de triunfo y derrota. Esta tendencia pasa a ser, muchas veces, el motor de la vida.

         Las tendencias en el adicto tienen dos características distintivas: su naturaleza compulsiva y su carácter imaginativo.

 

                                                                                                                                                                                      Psic. Carlos Cavasin